para quitarme la presión (naturalmente censora) de tener que hacer el mejor dibujo del mundo y el más innovador que se haya hecho hasta el momento, llevo conmigo un anotador sucio, chiquito y muy escrito para que cada vez que se cruza cualquier idea o ganas de algo o me gusta una palabra o me aburro, puedo sacarlo del bolso y sin el ataque de pánico que sufro por arruinar una hoja en blanco, sale lo que sale, lindo o feo. y bueno, por el momento siempre algo sale. hasta ahora el anotador de dos pesos es un buen ejercicio anti censura autoimpuesta.
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